Monday, March 06, 2006

Sobrevivir

Cuando tenía ocho años presencié una muerte. Me acerqué lentamente para verlo más de cerca, su sangre había manchado el vidrio, sus extremidades estaban rígidas y estiradas, el aserrín pintado de rojo. Mi hámster estaba muerto, había sido asesinado por su compañero de vivienda.

Mi mamá me dijo que lo había hecho por instinto, para sobrevivir, pero yo no le creí y nunca perdoné a ese Caín maldito. A los pocos días se lo regalé a la sirvienta.

Ahora, quince años después, comienzo a entenderlo, los hombres y mujeres de hoy estamos demasiado ocupados con nuestras cuentas por pagar, nuestros lugares a donde llegar, nuestros kilos que bajar, como para preocuparnos por los demás, sólo nos queda tiempo para sobrevivir y si ello implica atropellar la vida de nuestro compañero de jaula para obtener unos minutos más en la rueda giratoria… mala tarde para él.

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